Os presento una herramienta que es tremendamente útil, el anclaje, una forma rápida de reestablecer tu estado psicoemocional cuando este se vea alterado. Puedes obtener el texto completo, gratis, en este enlace pincha aquí
El anclaje
El anclaje. Si lo practicas y lo «instalas» en tu sistema mental, te aseguro que te sacará de grandes baches o evitará que caigas en ellos. Está extraído de uno de mis libros.
Te cuento. Un anclaje es un ritual, un gesto, un amuleto que asociamos a un estado emocional predeterminado. Es como si fuera un comodín que representa y sustituye a algo más grande y complejo; una forma rápida de acceder, recordar y situarse en un estado elegido previamente. Un buen ejemplo son los amuletos religiosos: un cristiano lleva la cruz de Cristo colgada; si en un momento de miedo, angustia o tristeza necesita consuelo, es posible que toque la cruz, que la acaricie. De esta forma, se calmará, pues le recuerda estados de plenitud en su fe, le lleva rápidamente a un estado de esperanza con solo tocar la cruz. Puedes recurrir a anclajes ya existentes para ti: tu fe religiosa, fotos de familiares, amuletos de la suerte, etcétera. Si quieres, puedes hace un anclaje específico para tu proceso de curación, un anclaje que te sirva para los momentos duros, bajones de ánimo, malestar, soledad o miedo. Por supuesto, puedes tener anclajes propios de antes y hacer este otro, no son incompatibles.
¿Cómo hacer el anclaje? Un anclaje emocional es atribuir a un gesto, frase u objeto un determinado estado emocional y psicológico, de modo que, a través de su práctica, cuando se ejecuta el acto, se dice la frase o se observa el objeto, el estado psicoemocional de la persona se traslada al asociado en el proceso de construcción del anclaje. De esta forma, si construimos un anclaje que nos lleve a un estado de bienestar psicológico, de tenacidad, de elasticidad o de resiliencia, cada vez que recurras al gesto, la frase o el objeto, conseguirás el estado psicoemocional elegido.
Esta es una propuesta para construir tu anclaje. Si el cuerpo te pide hacer alguna variación, hazla, es importante que te sientas cómodo con las formas y maneras de hacer las cosas, tú mandas.
Construcción del anclaje
Conectando: busca un lugar tranquilo y en el que no te vayan a interrumpir, mejor en tu casa o en la naturaleza. Da igual, lo importante es que no te molesten ni te sientas observado.
— La imagen: crea o recuerda una imagen en tu mundo interior. Puede ser alguna ocasión en la que te sintieras pletórico. También puedes inventarte un entorno, por ejemplo, el de tus visualizaciones.
1. Cierra los ojos, respira profundamente tres veces, nota el aire entrando y saliendo de tus pulmones. Sí, es un poco como empezar a meditar, como empezar a visualizar, es lo que haremos.
2. Si ya tienes tu visualización creada, ve a ella y busca un lugar que veas ideal para sentirte bien y tener energía vital. Si todavía no lo has hecho en tu visualización, hazlo ahora, construye un espacio imaginario donde te veas fuerte, sano y con confianza en que todo saldrá bien, o del pasado, algo que sucedió de verdad.
3. Disfruta de esa visualización, de la intensidad de la imagen, el olor, el sonido. Recréate en el momento, estás bien, estás sano, eres libre. Puedes llorar de pasión, sonreír, gozar. Te estás viendo fuera de todo mal. Nota el cariño y el amor que sientes por ti, te estás cuidando.
— El ancla: estás en un estado relajado y sintiendo confianza en ti. Elijo por ti un gesto que me parece muy apropiado: tocarse el corazón, el pecho. Vamos allá.
4. Estás viéndote en tu imaginación, en ese lugar construido especialmente por ti y para ti.
5. Pon tu mano sobre el corazón. Ahora, como si de una película se tratara, quiero que te observes, mira desde lejos lo que sucede: estás en un entorno ideal (lo que imaginas) y te estás tocando el pecho. En ese momento, tu estado psicológico y emocional es perfecto para ayudarte en el proceso de curación: determinación, resiliencia, tenacidad, estás positivo. Tu mano real está en tu corazón, tu mente real está en la plenitud. Fija en tu memoria esa imagen y ese estado emocional, de seguridad y determinación.
6. Quédate unos instantes disfrutando de la sensación, puedes añadir al gesto una palabra: confía, calma, lo conseguirás, te quiero, te amo, tú vales mucho…, la que más te guste.
7. Antes de volver a la realidad, ten una pequeña conversación contigo mismo, a modo de cierre y firma del acuerdo. Te propongo estas fórmulas: «Con este gesto será suficiente para volver a un estado de calma, de energía», «Con este gesto recuperaré mi estado positivo, de tenacidad, recuperándome de lo que me suceda». En definitiva, háblate a ti mismo como si de a un amigo se tratase.
El simple hecho de construir el anclaje una sola vez no es suficiente. El inconsciente necesita de repetición (es un poco cabezota); practica durante unos días el gesto y el recuerdo de lo que visualizaste. A la vez, en voz baja, o para ti, repite la frase final: «Con este gesto será suficiente para volver a un estado de calma, de energía». Repite el anclaje tantas veces como puedas, pero no de forma mecánica, eso iría contra su eficacia; hazlo de forma premeditada, intencional, con dedicación. Más pronto de lo que imaginas, podrás utilizarlo con todo su potencial. Por ejemplo: hace tres días que te pusieron un nuevo ciclo de quimio, el bajón empieza a aparecer, falta de fuerza, dolor, sabores, falta de energía… Te despiertas en mitad de la noche asustado, con ansiedad, incluso rompiste a llorar mientras dormías. En ese momento, ya despierto, pon en funcionamiento el anclaje, tócate el pecho y susurra la frase, o simplemente haz el gesto y respira. Ya me contarás qué tal te va con esta herramienta.
¿Recuerdas a los ratones del profesor Seligman? El grupo en el que más sobrevivieron fue aquel en el que los ratones eran estresados y, a la vez, tenían una palanca para reducir el estrés. El anclaje es una de esas palancas, habrá más.
Cuando fabriques el anclaje por primera vez, estarás con los ojos cerrados y tendrás que acordarte de lo que hay que hacer. Para ayudarte, y a modo de chuleta, te recuerdo los pasos:
CIERRA LOS OJOS — ENTRA EN MEDITACIÓN — VISUALIZA TU ESTADO DE BIENESTAR — DISFRUTA — SIENTE LA PAZ Y LA ENERGÍA — MANO EN EL PECHO — OBSÉRVATE DESDE FUERA — SUSURRA LA FRASE.
No te olvides de practicarlo. Su práctica hace que cada vez sea más tuyo, esté más integrado en tu inconsciente. Es como conducir un coche: al principio se nos amontonan los pedales, el volante, los intermitentes, las luces…; en menos de unos meses puedes conducir sin, aparentemente, hacer caso a ninguna de estas cosas, lo has integrado en tu inconsciente.